DIA MUNDIAL DE LA FOTOGRAFIA EL DAGUERROTIPO

Cada 19 de agosto se conmemora el Día Mundial de la Fotografía, en homenaje a Louis Daguerre, inventor del daguerrotipo en el año 1839.

A continuación presentamos un texto que referencia este momento histórico, titulado “1839: acaecimiento del daguerrotipo en París” que forma parte del primer volumen de El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo (1979)*. Documento inédito escrito por el maestro de la fotografía venezolana Claudio Perna.

1839: ACAECIMIENTO DEL DAGUERROTIPO EN PARIS

La noticia del acontecimiento del daguerrotipo, acaecida en París, en agosto de 1839, se conoció en Venezuela a principio del año siguiente.

En El eco popular, salido de la imprenta de Antonio Damirón informa con cinco meses de diferencia el gran acontecimiento que en Francia ha ocurrido, a la vez que explica en qué consiste el invento que se conocerá como Daguerrotipo.

Daguerre envió emisarios a Inglaterra y USA para enseñar lo relativo al daguerrotipo.

Siete días después de la llegada a Caracas del primer daguerrotipo en El eco popular apareció la siguiente información:

Daguerrotipo
El caballero de la Palum, cónsul de S.M. el Rey de los franceses, ha recibido hace poco una plancha representando una parte del palacio del Louvre, con tal limpieza y exactitud,que rasgos delicados que no son visibles a la simple vista, se perciben con mucha claridad con una buena lente. Esta vista, trazada por la misma naturaleza, nos ha causado una verdadera admiración; es necesario ver para creer; ninguna descripción daría una idea cabal de su perfección.
La información corresponde al
Correo de Caracas No 58 de fecha 11-8-1840.

La fotografía evolucionó en diferentes etapas, cada una de las cuales con sus propias características. La primera de ellas fue la invención misma de la fotografía.

Con la introducción del daguerrotipo, en 1839, se llegó al primero y más barato medio de perpetuación de las imágenes, para satisfacer el común deseo de un registro permanente del aspecto-apariencia de la familia, amigos y escenas familiares.

El daguerrotipo se extendió no solo por toda Europa, sino también en América donde tuvo un importante centro de operaciones. Ello se debió a que el proceso del daguerrotipo no estaba patentado, gracias al apoyo de la Academia Nacional de la Ciencia de Francia.

Venezuela, conectada desde el descubrimiento con Europa, gracias al daguerrotipo, se verá visitada por un número de fotógrafos, procedentes de los EE. UU que se instalan en Caracas para prestar servicios a los interesados, por otra parte desde Francia no faltará quien traiga también el último y asombroso invento para nuestra comunidad urbana tropical.

Para profundizar descarga los documentos:

El-ABC-de-la-fotografia-venezolana-a-favor-del-esclarecimiento-colectivo-1979-9

El alto valor de documentación visual del El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo, presentado en cinco volúmenes, representa un material de altísimo interés educativo sobre los orígenes de la fotografía y particularmente para la historiografía fotográfica del siglo XIX y XX, en nuestro país. Sin duda, concebido con fines divulgativos y pedagógicos.

Estos documentos están disponibles en la Biblioteca Nacional en la Dirección de Servicios Audiovisuales (fundada en 1975 por Perna) para su estudio y compresión. Estructurados con una metodología híbrida, a decir del autor “La mejor y más efectiva de todas: metodología del hombre para las soluciones concretas y en contra de las divagaciones de la especialidad sin destino colectivamente útil. (Claudio Perna, 1979)

*Copias offset y anotaciones en carpeta. Medidas: 29,5 x 24 cm.

Colección Instituto Autónomo Biblioteca Nacional – Archivo Claudio Perna, Caracas.

Disfruto el estilo de no tener estilo

Presentamos a nuestros blogeros pernianos esta maravillosa entrevista realizada por José Napoleón Oropeza a Claudio Perna, a propósito de la exposición Venezuela desde el Cielo (1992). Esta entrevista  fue divulgada por el diario de circulación local El Carabobeño, 5 de julio de 1992.

(Extracto)

JNO -Cómo y dónde confluyen en ti el Perna artista y el profesor de Geografía?

CP –Son uno solo. Yo pertenezco a una época que favoreció el intercambio entre los campos del saber. En las últimas décadas muchas ciencias se auxiliaron mutuamente. A mí me correspondió prefigurar indagaciones en arte conceptual, como análisis de la vida, del planeta, con la geografía que es un estudio del planeta y del habitante que la ocupa. Es inevitable sentir que hay muchas conexiones, aunque el común de la gente, la gente que piensa como si estuviera dentro de un túnel, no puede alcanzar. Si damos cuerpo a una visión multidimensional, no será difícil comprender porqué arte y docencia ecológica están profundamente entrelazadas…

Para continuar disfrutando la entrevista

Descargar el link

Entrevista.-CP.-Disfruto-lo-de-no-tener-estilo..jpg (7256 descargas )

 

 

Perna decisivo. Apuntes sobre la foto (pura)

Sin título, (Carretera),
septiembre, 1972.
Plata en gelatina. Colección FCP

 

Rigel García

Investigadora. Museo de Bellas Artes, Caracas.
Texto publicado en el NOI. Edición con motivo de la exposición Escrito con luz. Foto pura de Claudio Perna.

Claudio Perna siempre tuvo (y se dio a sí mismo) permiso para salirse de la fotografía. Eligió hacerlo y no hacerlo: rodeándola o caminando lejos, pero dejando siempre un ancla segura y visible en ese territorio indispensable de la imagen fotográfica. Subvertir el lenguaje, dudar de la técnica y trascender el soporte habrán sido sólo algunas de las tantas estrategias con las que configuró un cuerpo de trabajo transdisciplinario, integrador y alimentado por la presencia casi constante de la fotografía, la cual parece haber explorado en infinitas posibilidades expresivas. Desde allí, cada gesto con el que Perna perturbó la presunta integridad del género reafirmaba, al mismo tiempo, su filiación y profundo compromiso con el mismo. Su producción transitó por polaroids, fotogramas, diapositivas, fotos intervenidas, fotos dirigidas, registros de acciones, apropiación de fotos anónimas, fotos en collages, fotocopias y fotoinformes, entre muchas otras categorías que convocaron por igual imagen y concepto al tiempo que descolocaban el ser y el estar de la fotografía como enclave único y claramente delimitado. Esta vocación profundamente relacional es, precisamente, lo que no permite asumir compartimentos estancos en la obra perniana.

A este, su cuerpo de trabajo más conocido viene a añadirse un capítulo inédito hasta ahora: el de la denominada foto pura, un conjunto de imágenes en blanco y negro realizadas en el período de 1962 a 1979 y cuya particularidad es no haber sido intervenidas por el autor a nivel del negativo o del soporte, tal como haría con muchas de sus realizaciones de principios de los setenta y posteriores. Aceptando que toda pretensión de “pureza” se pierde siempre que hay un ojo de por medio, queda claro que la denominación foto pura luz (proveniente de las notas de Perna sobre la clasificación de sus propios negativos[1]) alude no sólo a la ausencia de alteraciones provocadas en la imagen, sino que establece un sugerente nexo –en clave de homenaje o aguda autoafirmación– con los modos de ver propios de la fotografía directa y la fotografía de calle.

Las imágenes en cuestión acompañaron el período creativo inicial de Perna, tanto como su estudio y profundización de la técnica fotográfica. Temporalmente, se solapan con sus progresivas indagaciones en este y otros medios, una totalidad por la cual apostaría completamente a partir de los años setenta. Ejecutadas a lo largo de innumerables viajes por el territorio nacional, las fotos puras presentan una mirada ávida sobre el paisaje natural y humano en consonancia con las inquietudes de su autor respecto a la documentación y la geografía. También ofrecen registros del acontecer urbano, escenas domésticas, acciones performáticas y experimentaciones que aluden al fenómeno fundacional de esta disciplina –el comportamiento de la luz– o al complejo entramado autoral en términos de representación. Abundante y diverso, Perna declara, refiriéndose a esta época: “…y empecé a hacer miles de fotos. No veía nada solo hacía fotos-fotos-fotos y más fotos”[2]. Este no ver nada, esta sustitución de la mirada ordinaria por el ver de la cámara constituye una declaración sobre la genealogía (fotográfica) de su propia obra: la aceptación del que sería el núcleo de la mayoría de sus operaciones creativas a partir de entonces. Perna confirma su intención de permanecer en el medio tanto como la de transcenderlo al señalar que “la foto ha servido para crear espejismos y espejos cuando está hecha en esencia para ponerse y poner lentes, para ver mejor, más claro”[3].

Lo que Perna escribe con luz se aparta, por momentos, de la imagen objetiva o del estricto documentalismo. El conjunto de fotografías sobre juegos lumínicos en la carretera destaca por el logro de un espacio indeterminado producto de la conjugación técnica de luz y movimiento. Una cualidad casi pictórica resulta de las manchas –cual borrones o trazos fugaces– originadas por árboles, masas de territorio, edificaciones y luces al ser captadas a toda velocidad con un largo tiempo de exposición. Son imágenes casi abstractas que, más allá, apuestan por la inmersión en la experiencia de la inmediatez (tan fotográfica) y por un alto componente sensorial: desde que la foto es gesto y la impulsividad es física, Perna construye –desde el cuerpo– una escena desdibujada que obliga a mirar más y a consentir un ejercicio sin bordes del medio ante una realidad furtiva. No es fortuito que una de las fotografías pertenecientes a esta serie –y que ingresara en la colección del Museo de Bellas Artes en 1991 por donación del artista– lleve por título El momento decisivo, lo que le otorga un carácter de reflexión sobre el hecho fotográfico en sí mismo a partir de una de las grandes premisas de la historia de esta disciplina[4]. El artista se autoafirma como parte de una genealogía que admira, estudia y experimenta; pero sigue adelante de inmediato, como la luz en fuga de la carretera: Perna habrá hecho del movimiento perpetuo un credo vital, otorgando la máxima preponderancia (y permeabilidad) a su andar en el proceso y renunciando a permanecer en un punto fijo. El hecho de que los instantes desaparecen pareciera sostener toda voluntad de documentación tanto como la necesidad del retorno –al momento que pasó, al lugar que ya no es, a la foto que quedó. Perna volverá a su foto (y la hará volver) a través de incontables vías, asegurando un camino lleno de pistas para evitar (o precipitar, ¿quién sabe?) el extravío de quienes intentan mirar.

En este proceso resultan esenciales las referencias en los tres volúmenes de la Historia de la fotografía de Claudio Perna contada por Claudio Perna (1974), de la serie Block Caribe; o los cinco cuadernos de trabajo de El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo (1979), documentos cuya mirada transdisciplinaria otorga complejidad discursiva a la foto pura, al tiempo que sostiene la comprensión de su autor en el seno de la praxis fotográfica y, más allá, de su investigación. Los nexos entre geografía e imagen, identidad y lugar, resultarán ser capitales a lo largo de toda la trayectoria –vital y creativa– de Perna. Su insistencia en la importancia de “trabajar geográficamente con la vida”[5] y la permanente alusión a “los paisajes en los que vivimos” como “tesoros permanentes”[6] iluminan de modo categórico el conjunto de fotos puras dedicadas al territorio, a la exploración del lugar por excelencia desde esos no-lugares representados por la cámara, el automóvil, la carretera o el movimiento. A partir de aquí, la comprensión de la relación ser humano-paisaje junto a la experiencia del tránsito –en lo veloz, lo exacto o lo disperso– apuntan a una nueva vocación, la del fotogeógrafo, descrito en sus palabras como “el último reportero: el reportero de la Naturaleza”[7]. De modo simultáneo, y, refiriéndose a una de sus fotos tomadas en Tibrón, Perna no repara en señalar: “este es uno de los 2 paisajes que he hecho en toda mi vida”[8], inscribiéndose así en una de las más entrañables tradiciones del arte venezolano aunque otorgándole a la categoría un componente identitario y científico irrenunciable: “esto es parte de la Geografía” [9]. Se trata, sin duda, de arte-vida.

En este punto, ¿es la foto pura de Perna un universo independiente en su producción? ¿puede considerarse como eminentemente fotográfica en comparación con el resto de sus proposiciones? ¿o acaso no es mas bien programática de toda su praxis posterior y, por lo tanto, vinculante? Registros de acciones, paisajes, viajes, juegos de planos y espejos que diluyen el sujeto autoral, escenas de corte vernáculo: todo lo que Perna habrá defendido parece estar contenido y prefigurado en estas imágenes. Podría hablarse entonces de un gran universo visual perniano en el que todos los elementos (y cada uno) están llamados a pertenecer, a “reclamarse” entre sí como si de una red de vínculos se tratara. La reutilización o intervención de muchos de ellos así lo confirma: las fotos puras aparecen –intervenidas o no– como parte de propuestas visuales posteriores, ilustran algunas de las páginas de sus Blocks Caribe o son aludidas en imágenes alternativas del viaje que les dio origen. Perna se anuncia a sí mismo y, de este modo, un hilo indivisible sostiene el resurgir de una misma imagen en diferentes tiempos, configurando el habla totalizadora y coherente de su corpus creativo, donde “cada y toda obra de arte se encuentra con las otras”[10].

Claudio Perna hizo operar su producción bajo las estrategias de un (gran) archivo y, como tal, es razonable pensar que la totalidad pueda estar referida en cada una de las partes; un movimiento oscilante –a veces paradójico– que emerge en otros aspectos de su obra y en el que reside su innegable carácter. Así, la foto pura perniana es afirmación de lo personal tanto como de lo colectivo en su voluntad de expresarse a través de su relación y pertenencia a una historia de haceres; constituye un llamado no sólo a la unidad de la disciplina sino a la diversidad en todas sus posibilidades futuras; y por último, se pronuncia simultáneamente de modo singular y plural, en su espontánea inclinación a transfigurarse en otras soluciones. Decisivo y persistente, Perna dio su lección más personal al evidenciar que los medios no siempre son autónomos y que, incluso desde su ejercicio (aparentemente) más aislado, son intermediarios y naturalmente propensos a generar(se)-en vínculos. Quienes se acerquen a Perna deben siempre tener (y darse) el permiso para pensarlo así, sin bordes, dentro y fuera de la foto: dispuestos a ver mejor, más claro.

[1] Claudio Perna. Cuaderno (Apuntes de trabajo), sin fecha, s.p. Archivo Fundación Claudio Perna.

[2] Claudio Perna. Historia de la fotografía de Claudio Perna contada por Claudio Perna, vol. I. Serie Block Caribe, 1974, s.p.

[3] Claudio Perna. El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo, 1979, s.p.

[4] La noción de “instante decisivo” fue acuñada por el fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson para describir lo que para él constituía la esencia de la fotografía de calle y el fotoperiodismo.

[5] Claudio Perna. El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo, 1979, s.p.

[6] Ídem.

[7] Íbidem.

[8] Claudio Perna. Historia de la fotografía de Claudio Perna contada por Claudio Perna, vol. III. Serie Block Caribe, 1974, s.p.

[9] Ídem.

[10] Claudio Perna. Historia de la fotografía de Claudio Perna contada por Claudio Perna, vol. I. Serie Block Caribe, 1974, s.p.

Conversación con Claudio Perna y Antonio Caro

A mio Caro

Así llamaba el maestro Claudio Perna a su amigo Antonio Caro, mientras compartían sus ideas y experiencias creativas.

Presentamos esta valiosa conversación de dos grandes de nuestra América: Claudio Perna y Antonio Caro. ¡Vida ePerna!

entrevista-CP-AC-blog.pdf (6738 descargas )

Descarga la conversación completa. Documento manuscrito del archivo de Claudio Perna. Centro de Arte y Ecología. Radar. Caracas, 1991.

Antonieta Sosa y Claudio Perna: pioneros del conceptualismo

Carmen Hernández

(Docente, curadora y crítica de arte)
Esta ponencia fue presentada en el Museo de Bellas Artes, 
el 28 de enero de 2021, en el marco del Seminario: 
Claudio Perna, creador de Arte = Vida = Ciencia. Reflexiones 
en los museos, y también, como parte de las actividades 
de la muestra Continuum. Antonieta Sosa, exhibida en el 
Museo de Bellas Artes.

El término conceptualismo nos identifica

En primer lugar, quiero señalar que parece necesario comenzar a asumir posturas contextualizadas, como reconocer que el término “arte conceptual” debería ser sustituido por la noción de “conceptualismo”, y más aún, “conceptualismos”. Esto deriva del aporte realizado por la curadora Mari Carmen Ramírez, quien en 1999 presentó la muestra Tácticas para superar la adversidad: Conceptualismo en América Latina 1960-1980,1 en el marco de la muestra Global Conceptualism: Points of Origin, 1950s-1980s, en el Queens Museum de Nueva York.

Desde un abordaje comparativo, Ramírez particularizó las prácticas artísticas latinoamericanas frente a la categoría de arte conceptual de fuerte raigambre anglosajona y reconoció, de manera argumentativa, que en nuestro continente el conceptualismo redimensionó las propuestas duchampianas, especialmente el ready-made, en una funcionalidad dirigida hacia la crítica del contexto sociopolítico inmediato y además, los artistas crearon sus propios términos para definir su trabajo (nova objetividade / Hélio Oiticica, inserciones / Cildo Meireles, arte de los medios / Tucumán arde). Se debe acotar que también Antonieta Sosa y Claudio Perna, han creado sus propias categorías de análisis para definir sus trabajos.

Ramírez no solo se distancia del vocablo “arte conceptual” que describe la “desmaterialización” de la obra y la reflexión crítica sobre la propia naturaleza del arte, sino que también contribuye a romper la confrontación entre idea y objeto, lo cual posiblemente deriva de esa tradición que contraponía abstracción y figuración. Esta mirada nos permite entonces valorar una amplia gama de propuestas. Ramírez lo describe así:

Como tal, el conceptualismo no está limitado a un medio particular sino que puede aparecer en una variedad de “manifestaciones” (in) formales, (in) materiales, o incluso objetuales (…) en sus formas más radicales, el conceptualismo puede ser interpretado como una “vía de pensamiento” (…) acerca del arte y su relación con la sociedad” (Ramírez, 1999: 53).
1 El título original en inglés es: Tactics for Thriving on Adversity: Conceptualism in Latin America.

 

Descarga la ponencia completa en el siguiente link: Ponencia-Carmen-Hernandez-Antonieta-Sosa-y-Claudio-Perna-2021.pdf (1359 descargas )

 

Claudio Perna un creador transconceptual

 

Zacarías García

 

Claudio Perna nos hace pensar, eso es importante; nos hace pensar, en el tipo de creador siempre avanzado en relación con su contexto. Integra de manera inteligente arte, ciencia y vida, en un entramado que va haciendo de su existencia un proceso de indagación y descubrimientos. En su ejercicio como artista logra que el conocimiento y hasta cierto rigor académico reaparezcan en la realidad del mundo y de la vida social cual actos liberadores. En su producción no existe, al menos en lo apariencial, el compromiso que la generalidad de los artistas buscan establecer con la cultura de clase; esto es sustituido por un nexo persistente con lo social, la geografía humana y la vida. La consecuencia, entonces, de ese intenso proceso de indagación sensible, son una serie de materiales y cosas, un todo como obra continua e integral constituida por sus archivos, cuadernos, fotografías en distintos procesos, dibujos, impresos, collages, mapas intervenidos, imágenes, objetos, muebles, en fin, una infinidad de presencias que no son otra cosa que su pensamiento, el taller de su mente. En toda su producción, además de la reivindicación de la dimensión de contenidos sociales, entendemos se fue manifestando un sentido pedagógico (Claudio Perna fue un docente influyente y motivador) con afán de crear conciencia, de celebrar la revelación del país como geografía, naturaleza y humanidad. En sus obras, que a menudo son fotografías intervenidas, documentos y materiales gráficos, se cumple como en todo proceso intenso de creación la aparición o surgimiento de una estética, pudiéramos decir, que va afirmando cierta condición contracultural, elaborando con la intencionalidad y delicadeza más lúdica, una poética desde los otros, una poética mundana.

Nos atrevemos a afirmar que Claudio Perna, el que generó su obra desde nuestro país como asentamiento, como lugar de enunciación y creación, trasciende cualquiera de las categorías que definieron a muchos artistas del siglo pasado. La noción de conceptualismo tan determinante en el arte posterior a los sesentas, es superada por él en propuestas de complejidad notable, más orientadas a lo transdisciplinario. Su comportamiento transconceptual y su empeño en afirmar esta latitud y la humanidad que somos nos permite reconocerlo como un creador de un nuevo tipo. De Claudio Perna y su obra podemos afirmar que: estética ética est.

Presentación de la muestra Escrito con luz… Fundación Claudio Perna/ Museo de Bellas Artes

Fundación Claudio Perna

Claudio Perna es reconocido como uno de los pioneros y máximos exponentes del arte conceptual latinoamericano, en su caso, con la fotografía como punto de partida. Aunque su labor creativa es comúnmente apreciada por trascender el campo tradicional de la fotografía, esta muestra revela al gran público un aspecto fundamental: su indagación como maestro del género fotográfico puro. Asimismo, plantea una lectura conectada con su mundo fotográfico total, como ideólogo, historiador y trasgresor de esta disciplina.

En la categorización perniana, la foto pura es “luz”. Es la foto foto –una fotografía con propósito puramente fotográfico– sin intervención del negativo o del soporte ya copiado. La ausencia de tales estrategias, tan frecuentes en la obra posterior de Perna, da un carácter especial a este cuerpo de trabajo. La selección de 28 imágenes en blanco y negro realizadas entre 1962 y 1979 proviene de un total de 2.700 negativos inéditos escogidos por él mismo y encomendados a su esposa. Estas fueron copiadas y enmarcadas especialmente para esta ocasión según el concepto creativo del maestro para ofrecer una experiencia perceptiva original. También se incluye sobre un mapa de carreteras, una serie de fotos puras copiadas por Perna durante el mismo período, producto de sus incansables recorridos por el territorio nacional.

Perna, un estudioso de los maestros de la fotografía pura –también conocida como fotografía directa y base de movimientos como el documentalismo, la fotografía de calle, el fotoreportaje y la fotografía abstracta– fue un actor clave en el establecimiento de la fotografía como forma expresiva autónoma en nuestro país. Participó en los más importantes debates nacionales sobre el tema, fue un reconocido profesor e influenció a fotógrafos jóvenes y contemporáneos, dejando escuela en esta disciplina.

El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo, un libro inacabado e inédito, realizado en el contexto de su trabajo como creador del Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional de Venezuela (1975-1979), permite ubicar a Claudio como singular historiador de la fotografía venezolana e ideólogo del uso de la imagen fotográfica en la construcción de la identidad nacional. Esto constituye un claro antecedente de su muestra Fotografía Anónima de Venezuela realizada en la Galería de Arte Nacional en 1979.

Los cuadernos de artista que conforman la Historia de la fotografía de Claudio Perna contada por Claudio Perna I, II y III (1974) de la serie Block Caribe, revelan de modo especial su profunda inmersión en la praxis fotográfica y su temprana transgresión de límites discursivos convencionales, que desembocarían en su arte pensamiento y arte sentimiento.

Claudio Perna (Italia, 1938 – Cuba, 1997), venezolano, creador de Arte = Vida = Ciencia, alcanzó el grado de Profesor Titular de la Escuela de Geografía de la Universidad Central de Venezuela, recibió el Premio Nacional de Fotografía en 1994 y el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1995. En sus propias palabras: “Soy el único artista no oficial reconocido por la oficialidad”.

 

Escribir con luz: de la obra a la historia

Museo de Bellas Artes

Aguda, compleja e innovadora, la obra de Claudio Perna constituye un capítulo único dentro del arte venezolano del siglo XX. Sus estrategias fueron tan diversas como desconcertantes, abarcando infinidad de propuestas visuales y conceptuales desde una perspectiva transdisciplinaria que supo conjugar prácticas de archivo junto a premisas de la geografía o reflexiones sobre la relación arte-vida. En este trayecto, a menudo marginal y heterodoxo, la imagen fotográfica destacó siempre como elemento constante: desde la foto pura hasta el arte de ideas, Perna llevó al máximo su indagación sobre la potencialidad expresiva de la fotografía, afirmándola como medio inagotable y vertebrador de una visualidad propia.

La comprensión de Claudio Perna como fotógrafo es aún una tarea pendiente, no sólo en lo que se refiere al ejercicio más estricto de la disciplina sino también con respecto a sus innegables contribuciones en la configuración de un concepto ampliado de fotografía. En tal sentido, el Museo de Bellas Artes acoge con gran entusiasmo la exposición Escrito con luz. Foto pura de Claudio Perna, una iniciativa de la Fundación Claudio Perna en la que se aborda un episodio inédito en la producción fotográfica de este artista. La selección de fotos puras –no intervenidas–, realizadas por este creador entre 1962 y 1979 revelan un momento fundamental en la construcción de su mirada y en la expresión de sus intereses más genuinos. Al mismo tiempo, un conjunto de materiales documentales y artísticos excepcionales dan cuenta del intenso compromiso de Perna para con el medio fotográfico en lo que se refiere al relato de su propio hacer, así como en lo concerniente a la investigación, historiografía y gestión de la memoria visual del país.

No cabe duda de que esta muestra es una notable contribución al conocimiento de la obra fotográfica de Perna y al análisis de los vínculos de ésta con su producción conceptual. Ofrece, de igual modo, un inspirador punto de partida para acometer relecturas de la historia de la fotografía en Venezuela y considerar su resonancia en ámbitos urgentes como la documentación visual, la memoria colectiva y la historia, entre muchos otros; entendidos siempre desde la mirada transversal que Perna inauguró de modo singular e irrepetible.

 

EXTENDIDA EXPOSICIÓN ESCRITO CON LUZ. FOTO PURA DE CLAUDIO PERNA

A petición del público, la exposición Escrito con Luz. Foto pura de Claudio Perna, continúa con sus puertas abiertas en la sala 1 del edificio Neoclásico del Museo de Bellas Artes.

Inaugurada el día 31 de octubre de 2019. Está distribuida en dos espacios. El primero, reúne 28 fotografías seleccionadas por el propio artista de un universo de 1.700 negativos, profesionalmente copiadas por Rodrigo Benavides. Además se exhibe una muestra del Léxico perniano (investigación en proceso). En el segundo espacio se exponen tres volúmenes de la Historia de la fotografía de Claudio Perna contada por Claudio Perna y el manuscrito El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo.

 

Jueves a domingo de 9:00 a.m. a 2:00 pm.

Semana de flexibilización

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Escrito con luz. Foto pura de Claudio Perna

“…tengo que fotografiar todo esto…”
Claudio Perna, 1955 (al llegar a Venezuela)

Si bien sería absurdo reducir la labor creativa de Claudio Perna al campo tradicional de la fotografía, también sería injusto dejar de evaluar su proceso como maestro del género. La muestra Escrito con luz. Foto pura de Claudio Perna con la curaduría de la Fundación Claudio Perna persigue llenar ese vacío investigativo, en un esfuerzo conjunto con el Museo de Bellas Artes (y el apoyo de la Biblioteca Nacional) para profundizar en el conocimiento del universo fotográfico de Claudio como nunca antes. Este NOI recoge los textos curatoriales y las reflexiones de importantes críticos y conocedores de la fotografía venezolana sobre la muestra, y del propio Claudio en torno a la fotografía. A Claudio, venezolano por decisión propia, le hubiera bastado para entrar en la historia de la fotografía venezolana y latinoamericana con ser el cerebro y espíritu fundador del Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional de Venezuela o haber realizado la muestra Fotografía Anónima de Venezuela. Para lo primero necesitó convertirse en historiador de la fotografía venezolana e ideólogo del uso de la imagen en la construcción de la identidad nacional, con lo segundo rompe la noción moderna de autor e inaugura la fotografía participativa en nuestro país. Sin embargo, desarrolló, además, una carrera de fotógrafo muy poco exhibida o promocionada y menos estudiada (aunque mencionada fugazmente por historiadores de la fotografía), con obras de factura magistral, adelantándose así a trabajos realizados posteriormente por fotógrafos venezolanos, como parte de una tradición que él mismo se encarga de trasgredir desde el principio, llevando el medio fotográfico más allá de los límites. Esa  es la que entrega a Flérida con la idea de que “lo haga famoso”, con imágenes que hasta ahora solo conocían unos pocos. Vale decir, que quedan temáticas de la selección hecha por el mismo Perna, no incluidas en la muestra de lo bueno poco decía Claudio– que junto a las presentadas en el MBA, nunca dejan de asombrarnos y lo confirman como un creador fuera de serie.